Por admin | mayo 21, 2020 - 13:18 pm - Publicado en General

“La vida ha llamado a nuestra puerta” y no lo digo yo, lo dice la contaminación medioambiental. Me explico: todos tenemos una noción más o menos extensa de toda la contaminación que viene sufriendo nuestra querida Tierra. Este ataque por parte del ser humano hacia la naturaleza que nos rodea no acaba aquí. Existe otro tipo de contaminación igual de acuciante hacia la vida, que es la violencia. Una violencia con la que nos encontramos día a día en telediarios, series llamadas “infantiles”, programas de televisión, videojuegos y películas, muchas películas de cine.
La violencia que tienen que soportar nuestros hijos es tal que muchas veces no diferencian entre la realidad y la ficción, es decir, todos hemos oído hablar de asesinatos cometidos por parte de niños hacia otros niños simplemente porque “querían saber lo que se sentía siendo un asesino”. (Por ejemplo)
No podemos permitir que la violencia sea un entrenimiento para nuestra vidas y que la televisión dirija nuestras vidas. No se puede permitir que los más jóvenes y no jovenes sigan aprendiendo cómo hacer las mayores maldades a través de la “caja tonta”, tanto reales o imaginarias. El lector se preguntará: de acuerdo, pero ¿cómo podemos hacer para que no haya tanta violencia gratuita en televisión? y en los entornos, Pues muy sencillo y es aquí donde entra mi humilde propuesta: todas las cadenas de television como todos los periodicos tienen que tener un censurador de etica y moral un. Me explico: no se trata de atrasar a la sociedad, sino todo lo contrario. Se trata de establecer un equipo de censores (guiados y regidos por el Gobierno) que se encarguen de visualizar y supervisar toda la programaciónes de la televisión y las películas de los cines para establecer según unos criterios previos de aceptación o negación si una u otra película es válida para ser emitida o no. Es decir, si un determinado film contiene demasiada violencia y sangre, automáticamente será desechado y se procederá a emitir otro tipo de programación en su lugar.
Evidentemente, las personas integrantes de este tipo de censores deben ser personas que comulguen y estén de acuerdo con esta serie de preceptos de la no violencia. Deben ser personas estudiosas de la materia y con ciertas nociones de psicología, ya que deben encargarse de la puesta en marcha o la retirada de toda la programación de la televisión. De ellos dependería lo que verían nuestros hijos.
Con esta propuesta podríamos llegar a una programación más educativa y cultural. La violencia a lo único a lo que conduce es a la violencia. Por esta razón, debemos parar los pies a la propia televisión porque, sin darnos cuenta, está gobernando nuestras vidas. Unas vidas que tendrán que vivir nuestros hijos y cuanto más saludables sean, menos maldad habrá en el mundo.

Productos saludables
Mi propuesta de censura no acaba ahí. Son muchos los productos que salen continuamente al mercado, pero claro, como puede más el poder del dinero, la mayoría de las veces no se tiene en cuenta si contaminan el medio ambiente o perjudican la salud de las personas. Así de dura es la realidad: el poder de las nuevas tecnologías es tal que no se tiene en cuenta las consecuencias puede tener un determinado plástico o un determinado líquido para nuestra querida naturaleza.
No existe una censura previa en este sentido. Nadie controla las salidas al mercado de nuevos productos para el consumo humano. Por esta razón, desde esta humilde revista que ama la vida se propone la creación de un Ministerio de Censura para el Consumo. Es decir, un ministerio que se encargue de pasar revista a todos y cada uno de los productos que salgan al mercado. Este ministerio se encargaría se supervisar y controlar no sólo los de nueva creación, sino también los que ya están en el mercado. De manera que, si un determinado elemento no se desintegra con facilidad o no se puede reciclar debido a su composición, debe ser retirado automáticamente del mercado.
La teoría está clara. Ahora sólo faltaría establecer este equipo de gobierno y, con ello, establecer unas normas y unas pautas de acuerdo a la naturaleza de las cosas, es decir, todos los productos deben cumplir una serie de garantías básicas:

– No contaminación. Y si la tiene, grado de la misma y afectación a las personas.
– Fácil desintegración. Rápida eliminación del medio ambiente, de la Tierra.
– Posibilidad de reciclaje. Reutilización o empleo para otros productos.
Esta propuesta es simple y clara, sólo hace falta un poco de concienciación y… ¡manos a la obra! Los cambios nunca son sencillos y siempre te encuentras a lo largo del camino con gente a favor y detractores, pero estos suelen ser los menos abundantes. Además, este tipo de ministerio y censores están para salvar a la vida de tanta contaminación y tanta violencia gratuita. Casi sin darnos cuenta estamos acabando con nuestro ecosistema y nuestros hijos se están alimentando de violencia gratuita.
No podemos seguir así, unámonos todos y aunque sea por una sola vez, pongámonos de acuerdo y proporcionémosle a la Tierra una mayor calidad de vida y más años de existencia. Los hijos de nuestros hijos nos lo agradecerán en un futuro y ellos nacerán con una conciencia y unos pensamientos más ecologistas y de protección hacia su entorno

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