¿Qué pasaría si un buen día el ecosistema, la naturaleza llamase a nuestra puerta y nos echara una buena bronca? Evidentemente, esto no va a suceder nunca, pero tendría que suceder para escarmentar de una vez por todas al ser humano. Ese que castiga, contamina y mata a la mano que le da de comer. El ciclón Nargis que ha azotado Birmania y ha dejado sepultadas a miles de personas bajo el lodo no es más que una advertencia, un grito desesperado de nuestro mundo para que el hombre ponga fin a tanta destrucción y abuso de poder. La naturaleza se está revelando y está mostrando al hombre su cara más amarga, esa que nadie querría conocer, pero que el hombre se la ha ganado a pulso.
Las pérdidas humanas son dolorosas, pero ¿qué me dicen de la pérdida de miles y miles de hectáreas de terreno natural y de la muerte de miles y miles de animales (más bien millones, contando con los insectos)? Éstos son los grandes olvidados cuando ocurre una desgracia como la de Birmania. Casi nadie atiende a este tipo de pérdidas porque, lógicamente, la vida de un ser humano es la vida de un ser humano.
Está claro que hay que empezar a hacer algo. Es necesario y absolutamente urgente que nos concienciemos y solucionemos esta cuestión, pero ¿cómo? Pues bien, dejando de contaminar con tantos residuos tóxicos lanzados indiscriminadamente al mar, evitando que la caza se siga utilizando más como diversión que como una vía de alimentación para el humano, evitando la exagerada construcción de viviendas y campos de golf en espacios naturales, evitando tirar la basura toda mezclada, pudiendo separar el vidrio, de los envases, del cartón, etcétera. Podríamos estar enumerando soluciones y propuestas hasta el infinito, pero lo peor de todo es que el humano conoce todas estas cuestiones, pero claro, “es que cuesta mucho, es demasiado esfuerzo” separar en las casas de cada uno los envases, el vidrio, lo orgánico y el papel. Es más fácil pensar: “que recicle el vecino”. La capa de ozono lleva años contándonos que está muy dañada, ¿y qué hace el hombre? Pues coger el coche innecesariamente todos los días y a todas horas en vez de coger el transporte público, entre muchas otras cosas.
La naturaleza, el ecosistema se apaga, se muere y nos avisa contantemente castigando al hombre con numerosos desastres naturales, que más bien habría que llamarlos “desastres humanos”, ya que están causados por éstos. Llegará un día en que la naturaleza ni siquiera “llamará a nuestra puerta”, directamente se apagará de golpe y, quien sabe, puede que hasta la raza humana se acabe, se extinga. Los dinosaurios se extinguieron hace millones de años, así que no es tan descabellado que la raza humana desaparezca para siempre, por esta razón, atendamos a la llamada de la vida y abrámosle la puerta.
Este articulo fue publicado el 21 mayo 21+01:00 2020 a las 13:15 y esta archivado en General. Puedes suscribirte a los comentarios en el RSS 2.0 feed. Puedes escribir un comentario, o hacer trackback desde tu propia web.